viernes, 8 de febrero de 2008

Sobre MARIBEL VERDÚ, por Ángel Caballero

Ella siempre supo que su vida transcurriría bajo la mirada cálida de los focos.

Antes de éste, el año de las luces, el suyo, fue el 86. Frente a la cámara, una sonrisa, tan ingenua como hermosa, sedujo a Gómez Pereira, a Franco, a Luna, en una belle epoque de amantes y celestinas.

Subió a las tablas por amor al arte y nos arrodillamos ante ella gritándole: ¡te quiero muñeca! La niña se convirtió en una mujer que supo esperar buenos proyectos que la fueran enriqueciendo como actriz y como persona, de este modo nos dió el palo con su vis cómica y saltó el charco para unirse a Cuarón en una Road Movie que cambiaría su vida.

Fue en aquel momento donde todos quisimos ser aquellos muchachos a los que ella besaba llena de sensualidad, niños de barro que se derritieron con Tres Palabras suyas. Del Toro nos la volvió a arrebatar llevandosela a Méjico y devolviéndonosla llena de fuerza para hacer frente a la Portillo en una importante partida de billar que ganó el pasado domingo, mientras los flashes iluminaban la espalda descubierta, la sincera emoción.

Ganaste, Maribel. Felicidades. A medianoche, el domingo soñamos de nuevo contigo.

Pd. Para mi padre, que me llevó de la mano, siendo yo un niño, al estreno de Canción de cuna...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Olé!

Muy chulo el artículo, y muy chula la dedicatoria final

Gabi