Ella siempre supo que su vida transcurriría bajo la mirada cálida de los focos.
Antes de éste, el año de las luces, el suyo, fue el 86. Frente a la cámara, una sonrisa, tan ingenua como hermosa, sedujo a Gómez Pereira, a Franco, a Luna, en una belle epoque de amantes y celestinas.
Subió a las tablas por amor al arte y nos arrodillamos ante ella gritándole: ¡te quiero muñeca! La niña se convirtió en una mujer que supo esperar buenos proyectos que la fueran enriqueciendo como actriz y como persona, de este modo nos dió el palo con su vis cómica y saltó el charco para unirse a Cuarón en una Road Movie que cambiaría su vida.
Fue en aquel momento donde todos quisimos ser aquellos muchachos a los que ella besaba llena de sensualidad, niños de barro que se derritieron con Tres Palabras suyas. Del Toro nos la volvió a arrebatar llevandosela a Méjico y devolviéndonosla llena de fuerza para hacer frente a la Portillo en una importante partida de billar que ganó el pasado domingo, mientras los flashes iluminaban la espalda descubierta, la sincera emoción.
Ganaste, Maribel. Felicidades. A medianoche, el domingo soñamos de nuevo contigo.
Pd. Para mi padre, que me llevó de la mano, siendo yo un niño, al estreno de Canción de cuna...
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1 comentario:
Olé!
Muy chulo el artículo, y muy chula la dedicatoria final
Gabi
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