Con "Una mujer bajo la influencia",
Cristina Andreu logra acercarnos al particular y complejo universo de Isabel Coixet. A través de numerosas conversaciones, de artículos, de entrevistas publicadas en diferentes medios, de escritos de amigos y colaboradores, la autora confiere al libro un carácter atípico y extraordinario. Algo así como un aparente caos que Andreu controla en todo momento, no en vano, maneja una gran cantidad de información y conoce a la perfección todo lo que rodea a esta excelente directora.
En la práctica esto se traduce en capítulos conceptuales que dan rienda suelta a aquellos temas que pasan por la mente de Coixet y que expone en sus largometrajes.
A continuación un estracto del libro:
Sarah Polley
Isabel conoció a Sarah haciendo el casting en Los Angeles de Mi vida sin mí. Vio a muchísima gente para el personaje de Ann, y lo cierto es que ninguna de ellas era lo que tenía en la cabeza.Quería una mujer joven, una mujer inteligente, una persona realmente sensible y generosa, sobre todo con un sentido práctico y con una nobleza que no encontraba en las otras actrices que veía. Llegó un momento en que eligió a Sarah Polley de entre tantas mujeres guiada por su instinto. Le envió el guión, hablaron por teléfono y decidieron quedar en New York. Esperó a tenerla delante para saber si era ella. La gente le preguntaba "¿ has hecho pruebas?" y ella decía "sí, sí, hemos hecho unas pruebas..." Mentira, no hizo ninguna prueba...Fueron a cenar y pensó que era ella, no tuvo ninguna duda.Se puede decir que no dudó en ningún momento. En otros casos hubiera dudado, con otros actores, pero en ella fue verla y pensar "ya está"...
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Lo que piensa Sarah Polley sobre Isabel Coixet...
en mi opinión lo que Isabel Coixet hace visualmente es tan exclusivo, tan íntimo, que es imposible de copiar. Nunca he trabajado con una directora de cine tan visual y a la vez tan poco pretenciosa como ella. Como actriz, no te hace ser consciente del fotograma que está creando ni de sus colores intensos ni de sus diesños, ni siquiera de la maravillosa composición de la escena. Isabel consigue que los actores sientan como si nada de eso importara, por lo que cada vez que he visto la película terminada me he quedado absolutamente anonadada por el estilo y la precisión con el que están hechas sus imagenes.No he oído hablar de otro director, más que de Isabel, que sea capaz de crear una imagen tan bella sin limitar a penas a sus actores.El hecho de que Isabel maneje la cámara sgnifica que está prsente en la escena contigo. No necesita una distancia objetiva para ver la escena con claridad, está profundamente implicada en la vida emocional de sus personajes, y cuenta sus historias desde una perspectiva casi cruda y subjetiva.En muchas ocasiones, se involucra tanto en lo qu está ocurriendo ante sus ojos que el visor de la cámara se empaña por sus lágrimas, y tiene que adivinar como encuadrar la imágen guiándose por el sonido ya que las lágrimas le impiden ver. A veces, miraba la expresión de Isabel justo antes de la toma, y sabía perfectamente lo que ella quería que hiciera en la escena. Es una relación que funciona en silencio, una virtud que caracteriza a sus películas en muchas ocasiones...