Con la llegada de los años 50, la crisis del Sistema de Estudios y la aparición de un nuevo modelo de interpretación, basado en el método de Stanislavki e implantado en el Actors Studio, surge un modelo masculino que Hollywood sabrá aprovechar hasta sus últimas consecuencias. La nueva generación de actores, encabezada por Marlon Brando, impone un modo diferente de actuar y exteriorizar sentimientos complejos, muchas veces, contradictorios.
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Montgomery Clift, James Dean y Paul Newman son los nombres que completan este elenco de rostros cuyas aportaciones serán decisivas para asentar esta corriente interpretativa. Un tranvía llamado deseo, La ley del silencio, Un lugar en el sol y Rebelde sin causa, son algunos de los títulos que lanzaron e hicieron inmortales a sus protagonistas. Sin embargo, hemos de señalar también que con las técnicas del Actors Studio, no solo se implanta un nuevo modo de actuar frente a la cámara; los personajes que encarnan son seres frágiles que sufren conflictos internos difíciles de resolver.
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Estamos muy lejos de los héroes y galanes representados en las figuras de Clark Gable y Gary Cooper. El protagonista que interpreta la nueva generación está más cerca del antihéroe del cine negro y el melodrama. Muy pocas veces Hollywood había mostrado al perdedor como protagonista y mucho menos si ese protagonista era una estrella. Con la aparición del Método y, sobre todo, con la violenta irrupción de Brando y su interpretación de Kowalsky, se fragua un nuevo modelo de personaje que se convierte en la tarjeta de visita de una nueva generación cuyas influencias se extenderán hasta bien entrada la década de los setenta con Robert de Niro y Al Pacino.